martes, julio 1, 2025
COLUMNA DE OPINION

LA CULTURA NO AGUANTA SILENCIOS INCÓMODOS: BARADIT EN VALPARAÍSO

Por Omar Ferrero
El reciente nombramiento de Jorge Baradit como director del Parque Cultural de Valparaíso (Ex Cárcel) ha dejado una sensación amarga, de esas que el café de la mañana no logra quitar. Se nos presenta como una oportunidad de «revincularse» con la ciudad, de inyectar nueva vida a un espacio cultural en crisis. Y en principio, uno podría aplaudir el entusiasmo de un escritor reconocido asumiendo un rol tan relevante. Sin embargo, la pátina de buenas intenciones se desvanece rápidamente al recordar el rastro digital del señor Baradit.
No se trata de una caza de brujas, ni de un «funar por funar». Se trata de coherencia, de ética y de lo que esperamos de quienes dirigen las instituciones que moldean nuestra sociedad. El Parque Cultural de Valparaíso no es cualquier lugar; es un sitio cargado de historia, de memoria, de resiliencia. Un espacio que, por su propia naturaleza de ex cárcel, debería ser un símbolo de libertad, de respeto y de la dignificación humana a través del arte y la reflexión.
¿Cómo podemos conciliar esa noble misión con una serie de tuits que, lejos de ser «errores de juventud», revelan una alarmante misoginia, una cosificación grotesca y una banalización de la violencia sexual? Leer frases como «hacerle una traqueotomía a la Sarah Palin y tirármela por la garganta. Un Bukkake intravenoso a la MILF esa» o el escalofriante «No es violación si ella está muerta» no es solo «de mal gusto»; es inaceptable. Y cuando se suman comentarios que rozan la apología de la pedofilia («Pequeñitas, suavecitas, exquisitas. Las mascotitas son lo mejor de la vida. Sobre todo si además puedes tirar con ellas. XD XD») o la deshumanización absoluta («regarlos con sangre de menstruación. De mujeres sin vagina, que menstrúan por la boca»), la indignación deja de ser una opción y se convierte en una obligación.
El argumento de que Baradit es un «escritor talentoso» o que «contribuirá a recuperar el espacio» no puede, bajo ninguna circunstancia, ser un cheque en blanco para ignorar un historial de esta magnitud. No podemos separar al artista o al gestor de la persona que se ha expresado de esa manera. Las palabras, especialmente de quienes tienen voz pública, construyen o destruyen realidades. Y las realidades que los tuits de Baradit construyeron son de violencia, de desprecio y de una inquietante falta de empatía.
La responsabilidad no recae solo en Baradit, que ahora asume el reto de su nuevo cargo, sino también, y de forma crucial, en quienes lo nombraron. El delegado presidencial regional, Yanino Riquelme (PC), y quienes tomaron esta decisión, deben explicar a la ciudadanía por qué un currículum cultural tan valioso es más relevante que un historial público tan tóxico. ¿Acaso la crisis financiera de una institución justifica un nombramiento que genera una crisis ética y de valores?
El mensaje que se envía es peligroso. Sugiere que ciertas faltas morales pueden ser barridas bajo la alfombra si el individuo posee cierto reconocimiento mediático o intelectual. Esto socava la confianza pública en las instituciones y, lo que es peor, normaliza comportamientos y discursos que son dañinos para una sociedad que lucha por ser más equitativa y respetuosa.
El Parque Cultural de Valparaíso merece un liderazgo que no solo sea competente en gestión, sino también impecable en su compromiso con los valores fundamentales de la dignidad humana, la igualdad y el respeto. Un liderazgo que inspire, no que genere incomodidad y debate por fantasmas del pasado que, al parecer, aún están muy vivos. La cultura no aguanta silencios incómodos, y este nombramiento, lamentablemente, está gritando muy fuerte.

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